Tierra Santa se está quedando sin cristianos. Actualmente, apenas llegan al 1 %, cuando hace un siglo y medio eran el 25 %. Si bien su número es estable en Israel, el éxodo en las zonas bajo jurisdicción palestina –con altibajos– no se detiene. El caso de Belén es contundente: mientras en 1967 constituían el 25 % de la población, hoy son sólo el 8 %. Para colmo, con cada oleada de atentados y enfrentamientos, muchos creyentes de todo el
mundo que se aprestan a peregrinar o están pensando en hacerlo, suspenden el viaje o lo borran de su mente, pese a que nunca se registraron ataques a los centros cristianos.
La llamada Custodia Franciscana de Tierra Santa se ocupa desde hace casi siete siglos de preservar nada menos que 65 santuarios y de procurar la presencia católica en los escenarios donde transcurrió su vida Jesús. Su actual conductor, fray Pierbattista Pizzaballa , quien acaba de visitar el país en el marco de una gira para crear conciencia, analizó la situación durante una entrevista con Valores Religiosos .
–¿Por qué cada vez hay menos cristianos en Tierra Santa?
–La razón principal es obviamente el conicto entre israelíes y palestinos con su repercusión en la economía y la falta de perspectivas de la población en muchos aspectos. Pero también inuye en la proporción el crecimiento demográco de los musulmanes, fundamentalmente porque tienen más hijos.
–¿Qué se puede hacer para que haya más cristianos?
–Ante todo, quien tiene fe, debe rezar. Luego, hay que generar conciencia entre los cristianos acerca de que estar en Tierra Santa es una vocación. Y, nalmente, se debe tratar de ayudar de modo concreto a los residentes cristianos en sus actividades comerciales, artesanales, culturales. No de un modo asistencialista, sino realmente de promoción.
–Ustedes están, incluso, construyendo vivendas para que la gente no se vaya...
–Es que una de las actividades especícas de la Custodia es, precisamente, procurar que en torno a los lugares santos haya una comunidad viva. Construimos casas y tratamos de crear trabajo. En Jerusalén ya contamos con alrededor de 500; en Belén, con unas 200, y en toda la zona con varios centenares.
–El Papa insiste en que los cristianos que tienen recursos peregrinen a Tierra Santa...
–Ocurre que, además de ser algo espiritulmente importante para el peregrino porque va a las fuentes de su propia fe, ir a Tierra Santa es también un modo concreto de ayuda porque los peregrinos generan trabajo. De hecho, es el recurso principal de los residentes cristianos.
–Benedicto XVI expresó su deseo de ir. ¿Cuando cree que viajará?
–El Papa dijo que anhela ir cuando las condiciones políticas y sociales lo permitan. Pero no sabemos cuando estarán dadas esas condiciones. Es necesario que un clima más sereno envuelva a la relación entre Israel y Palestina. Y que la prolongada negociación entre Israel y El Vaticano, que ya
lleva 13 años, concluya.
–¿Qué se está discutiendo? ¿Cree que fracasó la última ronda?
–Se están discutiendo dos aspectos: la cuestión scal (el pago de impuestos) y la jurídica (la propiedad) de los lugares cristianos. No diría que la última ronda fracasó, sino que hubo períodos mejores y períodos peores y que ahora estamos en uno intermedio. No hay que tener prisa y hacer las cosas bien, pero también es cierto que 13 años son muchos y que es hora de concluir.
–¿Por qué es tan difícil llegar a un acuerdo? ¿Es optimista?
–Creo que al nal se llegará a un acuerdo, pero no será pronto. La Tierra Santa es la tierra del “statu quo”, donde hay leyes que rigen desde hace 300 años. Hay cuestiones de principios y sobre los principios es difícil llegar a un entendimiento. Y también hay otras muy concretas. Es cierto, además, que cambiaron mucho los gobiernos y las administraciones de la Santa Sede, suscitando una dilatación. Pero las dos delegaciones están renovadas, motivadas y muy bien preparadas.
–¿En qué medida los católicos tienen conciencia de la importancia de visitar Tierra Santa o, en cambio, preeren ir a Roma?
–Ultimamente, Tierra Santa volvió a estar de moda. Hubo muchas peregrinaciones. Creo que todos escucharon hablar de la signicación de sus lugares santos, pero todavía hay mucho que hacer. El custodio, pues, tiene mucho trabajo para crear más conciencia de la tierra donde nació nuestra fe. Antes que de Roma, los cristianos somos ciudadanos de Tierra Santa.