Patrono de Buenos Aires, protector de la ciudad, monje, hombre de oración, santo, desconocido por muchos y olvidado por casi todos. La historia de San Martín de Tours, envuelta desde sus comienzos por leyendas, anécdotas populares y rigores históricos, vuelve a cobrar vida este mes en la Capital Federal con diferentes actividades en su honor.
La Dirección General de Cultos dependiente del Gobierno de la Ciudad busca rescatar así la espiritualidad
del santo, recreando las tres fiestas -civil, religiosa y popular- que desde la época colonial y durante años se realizaron en las calles de Buenos Aires.
Cumpliendo con una antigua tradición, don Juan de Garay y los primeros miembros del cabildo, unos días después de fundada la Ciudad, el 20 de octubre de 1580, se reunieron para darle un santo como Protector y Patrono. La suerte recayó en San Martín, obispo de Tours, apóstol de las Galias (actual territorio de Francia).
La leyenda cuenta que los vecinos al ver el nombre de un “santo francés” se negaron a que sea protector
de una ciudad de las colonias españolas. Reiteraron la elección, y por tres veces salió el mismo nombre, considerando de esa forma que era Dios mismo quien quería ese santo patronazgo.
Aunque el licenciado Marcos Vanzini, autor del libro “Por Buenos Aires con San Martín de Tours” y uno de los impulsores de las actividades previstas para este mes asegura que eso nunca ocurrió, porque en esas épocas los santos no tenían nacionalidad, lo cierto es que desde el día de la elección, San Martín de Tours pasó
a ser parte importante de la historia y la vida de la ciudad de Buenos Aires. Sus habitantes no solo demostraban su devoción en esa fecha, sino que pedían su intercesión con oraciones de cuarenta
horas cuando había sequías, epidemias o guerras.
Cuenta Vanzini que “la fiesta popular solía durar tres días, con corridas de toros, matanza de cerdos – de ahí la frase ‘a cada chancho le llega su San Martín’–, la representación de la primera ópera en la ciudad, entre muchas otra actividades que en la actualidad siguen realizándose en todo el mundo”. De hecho, este santo húngaro es uno de los más populares. Sólo en Francia, por ejemplo, 3.667 iglesias y 487 pueblos llevan su nombre.
Su faceta principal era la caridad y sus viajes apostólicos, por eso también es venerado como el protector de los viajantes. Siendo militar sucedió el hecho tan tratado en la iconografía. Era invierno y al entrar en Amiens encuentra un mendigo congelado, sin ropa. Entonces corta su manto en dos partes y le entrega una al pobre. Al morir San Martín, su medio manto es conservado como reliquia en una urna y se construye un santuario para guardarlo. Como en latín “medio manto” significa “capilla”, la gente solía decir: “Vamos a orar donde está la capilla”. De ahí, que hasta nuestros días, se le dé por nombre ‘capilla’ a los pequeños salones de oración.
“La disolución del cabildo y, después, la inmigración, que traía su propia piedad, hizo que las devociones antiguas se fueran diluyendo”, señala Vanzini. Y completa: “Por eso, es importante rescatar y ubicar en el calendario de la Ciudad la figura de nuestro patrono”.
Para ello, este sábado se realizará el acto central en Plaza de Mayo, coincidiendo con la Noche de los Museos. A las 18 comenzará una recreación histórica. Luego una misa en su honor en la catedral metropolitana y un desfile de los grupos de recreación histórica y de los centros tradicionalistas.
El domingo a las 15, en la plazoleta San Martín de Tours (intersección de Posadas, Schiaffino y Alvear), la banda de música de la Escuela de Gendarmería “General Don Martín Güemes” dará un concierto instrumental junto a la escultura que evoca al santo.