“La conformación autónoma de cada iglesia evangélica hace que el sostenimiento y financiamiento de cada congregación dependa exclusivamente de sus propios miembros o fieles a través de ofrendas y diezmos voluntarios”, dice el pastor Rubén Proietti, presidente de la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina (ACIERA).
Señala que “uno de los principios más inspiradores que trajo la Reforma Evangélica hace 500 años es el del ‘sacerdocio de todos los creyentes, que reconoce la dotación de los mismos para el servicio en la comunidad eclesial y hacia la sociedad. Otro de los principios que siempre nos ha caracterizado es de lograr el sostenimiento de las distintas actividades a través de los diezmos y ofrendas. Sin una regularidad en los mismos cualquier plan de trabajo sufre sus consecuencias y el llevar sumisión de ayudar al prójimo y predicar el evangelio de Jesús, se resiente y dificulta”.
Por otra parte, subraya que “fieles al principio de separación de Iglesia y Estado hemos rechazado el privilegio que significa que una Iglesia sea favorecida con su sostenimiento por el Estado nacional y no aceptamos ni aceptaríamos una situación similar que nos favoreciera económicamente porque ello atentaría contra la libertad, la igualdad y la convivencia democrática”.
“Recordemos que el diezmo (además de las múltiples ofrendas) se daba al templo para cuidado de la infraestructura, y su personal que no poseía tierras ni herencias, y para los más necesitados (viuda, huérfano, extranjero, etc.)”, apunta. Y completa: “En la actualidad, las iglesias, además de canalizar las ofrendas de los creyentes en las actividades culticas , también van a la ayuda social que se hace por medio del voluntariado en la prevención y rehabilitación de las adicciones, la obra pastoral en las cárceles y la asistencia a los pobres”.