Por: María Montero
Más de 5000 alumnos de escuelas porteñas realizaron un acto interreligioso y cívico para honrar a la bandera nacional en el marco del bicentenario de su creación. En homenaje a Manuel Belgrano, recordando sus palabras y los sueños que lo inspiraron a lo largo de su vida, chicos de colegios de diversas confesiones religiosas presentaron su compromiso de construir juntos un país mejor. Fue en la tradicional Misa por laEducación que se celebró recientemente en Plaza de Mayo, desde un altar levantado en las escalinatas de la catedral metropolitana. Convocados por la Vicaría de Educación porteña, alumnos de colegios primarios y secundarios católicos, evangélicos, judíos y musulmanes, se unieron a la oración que realizaron referentes de cada confesión religiosa, pidiendo la bendición de Dios para la patria. Así, la pastora Mariel Pons, de la Iglesia Metodista de La Boca, deseó para todos “el poder seguir tejiendo sueños, construyendo una realidad tan abarcativa, sin distinción de razas, religiones, estudios y edades, bajo el manto de la bandera nacional”. Multitud. Los alumnos, durante la colorida celebración frente a la catedral porteña. También elevaron plegarias similares el pastor Juan Pablo Bongarrá, de la Iglesia cristiana evangélica de la Puerta Abierta; Fabián Ankah, del Centro Islámico; Rafael Sáenz, responsable de las escuelas evangélicas de Buenos Aires, y el rabino Simón Moguilevsky, de la Congregación Israelita de la República Argentina. Moguilevsky les expresó a los alumnos la
máxima talmúdica que dice: “Si estudiaste mucho no te sientas orgulloso porque para eso naciste”. Y explicó que el estudiar no sólo es para ’saber’, sino para ‘hacer’, con la esperanza de que “los niños, sus maestros y profesores, que son la fuente del futuro, puedan trabajar para que todos juntos vivamos en armonía y libertad”. A fin de compartir en la misa sus sentimientos, la Vicaría invitó en los días previos a los alumnos de 4º y 7º grado y 5º año a reflexionar en base a tres preguntas sobre los sueños que tenían para el país con el fin de actualizar el significado de la bandera. Los primeros, como preparación para la promesa a la bandera. Los segundos, como punto de partida para pedirle luego a la Virgen que cubra con su manto a la Nación. Y los últimos, como paso previo a la asunción de un compromiso de aportar juntosa la construcción del país que soñaron los padres de la patria. Las respuestas de los chicos incluían el deseo de unidad en las familias, mayor solidaridad, erradicación del hambre y de la discriminación, el acceso de todos a la educación y la salud, entre otras. Para sumarse a ese sueño, se autoproponían vivir el Evangelio en las cosas cotidianas y pedirle a Jesús la capacidad de tener la decisión y la fuerza para lograrlo. Durante la celebración, los trabajos fueron llevados como ofrenda hasta el altar por un grupo de alumnos. Al final, el padre Juan Torrella, vicario de Educación de la arquidiócesis, explicó que el clásico saludo con las manos agitadas en lo alto es un gesto muy antiguo que significa “acercate sin temor que estoy desarmado”. A partir de ello, pidió a los dignatarios de las diversas confesiones, los docentes, los alumnos y los padres “caminar juntos no sólo con las manos abiertas, sino también con los corazones abiertos, con mucha confianza de los unos con los otros”.