Domingo 16.03.2025

COMUNICAR EL EVANGELIO CON ALEGRIA

“Dios es el gran humorista por excelencia”

Por: María Montero

Esto dice Luis Benavides, un escritor y docente que aborda el humor religioso para sus libros. Lo respalda haber formado a miles de catequistas.
Comparte

Durante mucho tiempo se dijo que el católico es un hombre serio con el que no se puede bromear; que el cielo es aburrido. Y todos sabemos que esto no es así. La Madre Teresa decía que aquel que logra reírse de sí mismo, logra ver el rostro de Dios. En ese sentido, los que más desarrollaron el sentido del humor fueron los santos”.

Lo dice con el fundamento de haber sido formador de más de 56 mil catequistas, docentes y agentes de pastoral. Luis Benavides, de él se trata, es un maestro y director de escuela que utilizó siempre los cuentos y el humor como herramientas para evangelizar. Sus numerosos libros fueron traducidos al portugués, francés e inglés. Los últimos: Humor celestial y Cuentos para ser humanos II (editorial SB). También tiene su sitio en la web: www.luis-benavides.com.

-¿Cuál es el límite entre el humor religioso y la falta de respeto?

-El sentido del humor, si es sano, nunca hiere, siempre hace crecer, nos da serenidad. El humor religioso es aquél lo suficientemente maduro y libre que disfruta con la bondad, la belleza, la verdad; en definitiva, el que nos acerca a Dios y nos une con nuestros hermanos. Nos permite reírnos de nosotros mismos, desdramatizar y relativizar; mirando las cosas desde la fe. Como santo Tomás Moro que, al subir la escalera crujiente del patíbulo, dijo al guardia: “Por favor, señor verdugo, ¿podéis darme una mano para subir seguro? Luego, para bajar, ya me arreglaré solo...” En esa dirección tendría que ir el humor religioso.

-¿A qué llama humor sano?

-Los filósofos lo definen como propio del ser humano; los santos, lo practican; los médicos lo recomiendan como terapia. A Dios, le encanta y el diablo lo detesta. El fruto del humor no es la sonrisa o la carcajada, sino la alegría que dilata el corazón y me ayuda a amar más.

-Usted asegura que Dios tiene buen humor, ¿cómo lo sabe?

-Dios es el gran humorista por excelencia. Él, que es infinito, quiso someterse a las limitaciones y a veces ridiculeces de nuestro ser humano, de nuestro creernos dioses. Y lleva sonriendo con nosotros desde que se le ocurrió crearnos. Dicen que el demonio no tiene sentido del humor porque su orgullo y vanidad no se lo permiten.

-¿Por qué cree que no está tan explotado el humor religioso?

-Porque son pocos los que saben tomarse en broma lo pasajero y en serio lo trascendente. El sentido del humor hace que entendamos mejor el calado de lo realmente importante. En el ámbito local, Luis Landriscina y el padre Mamerto Menapace son pioneros y maestros.

-¿Puede evangelizar con humor?

-El hombre de hoy, inmerso en la prisa, en la soledad dentro de la multitud, puede caer en la trágica muerte de su sentido del humor. Al cristiano, quizá le ocurra lo mismo en su relación con Dios y con el prójimo. La falta de humor, la falta de esperanza, le hace caer en el pesimismo y en la queja. El mismo Papa, que tiene un gran sentido del humor, en la Exhortación apostólica Evangelii Gaudium, nos invita a comunicar con alegría y buen humor el Evangelio.