Primero la radio, después la TV, llevaron a unos cuantos a pensar que su llegada acarreaba la desaparición de la escuela. Hoy ocurre algo similar
con la irrupción de nuevas tecnologías. Eso sí, ello abre una oportunidad para cambiar. Claro que innovar no es hacer lo mismo pero con una computadora, sino re significar la intencionalidad pedagógica a la luz de la nuevas posibilidades de estos potentes recursos. Esto implica saber para qué los vamos a tener y cómo los vamos a usar. Aquí también se aplica aquella máxima del Señor en el Evangelio: no hay que poner vino nuevo en
odres viejos … Incorporarlas permitirá repensar ese modelo de saber fragmentado en disciplinas, con estructuras rígidas en lo espacial y lo temporal, donde todos tienen que hacer la secundaria con un plan que tiende a ser único y donde las posibilidades de optar que tienen los adolescentes se achican.