El más emblemático de los símbolos de la Ciudad, el Obelisco, luce hoy diferente. Con motivo del décimo aniversario de la elección de Francisco como sucesor de Pedro, el gobierno porteño decidió, a modo de homenaje, iluminar el edificio con los colores del Vaticano.
En esta década, el pontífice argentino se ha convertido en una referencia de vocación y compromiso para tender puentes, siempre a favor del diálogo y la paz, y la ciudad que lo vio trabajar incansablemente por estos valores le rinde homenaje a través del icono indiscutible de los porteños.
Fuente: Difusión