En la VII Jornada Mundial de los Pobres, el Papa Francisco presidió una misa en la basílica de San Pedro con la parábola de los talentos como guía.
En este sentido, invitó a preguntarse: “¿Cómo nos encontrará el Señor cuando vuelva? ¿Cómo me presentaré a la cita que tengo con Él?”. “Este interrogante -prosiguió- nos lleva al viaje de nuestra vida: ¿qué camino recorremos nosotros, el de Jesús que se hizo don o, por el contrario, el camino del egoísmo?”.
Según señaló Francisco, “el gran ‘capital’ que ha sido puesto en nuestras manos es el amor del Señor, fundamento de nuestra vida y fuerza de nuestro camino. Entonces llamó a preguntarse: ¿qué hago con un don tan grande a lo largo del viaje de mi vida?”.
“Podemos multiplicar lo que hemos recibido, haciendo de nuestra vida una ofrenda de amor para los demás, o podemos vivir bloqueados por una falsa imagen de Dios y, a causa del miedo, esconder bajo tierra el tesoro que hemos recibido, pensando solo en nosotros mismos, sin apasionarnos más que por nuestras propias conveniencias e intereses, sin comprometernos”, respondió.
Al término de la homilía, el Papa invitó a todos los asistentes a pensar “en los pobres que se han convertido en invisibles, cuyo grito de dolor es sofocado por la indiferencia general de una sociedad muy ocupada y distraída. Pensemos en las víctimas de las guerras y en aquellos que dejan su tierra arriesgando la vida, en aquellos que están sin pan, sin trabajo y sin esperanza”.
“La pobreza es un escándalo. Cuando el Señor vuelva nos pedirá cuentas”, concluyó, instando a rezar para que “cada uno de nosotros, según el don recibido y la misión que le ha sido confiada, se comprometa a ‘hacer fructificar la caridad’ y a hacerse cercano a algún pobre”.
Fuente: VND