El Papa Francisco se reunió esta mañana con las fuerzas vivas de la Iglesia belga (obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados y consagradas, seminaristas y agentes de Pastoral) en la Basílica del Sagrado Corazón de Koekelberg. Y el Papa reconoció estar ante una "Iglesia en movimiento" con un "cristianismo 'de minorías' o, mejor dicho, de testimonio". Una Iglesia en salida, a la que el Papa propuso tres recetas: "Evangelización, alegría y misericordia" y un cuadro de Magritte, titulado 'El acto de fe'. Como "símbolo de una Iglesia que nunca cierra sus puertas, que a todos ofrece una apertura al infinito, que sabe mirar más allá".
Eso sí, sin tapar ni ocultar la plaga de los abusos, auténtica "vergüenza y humillación" de la Iglesia". Y, por eso, el Papa, que ayer se empapó del dolor de 17 víctimas, hoy, ante los suyos, volvió a recordar que "Los abusos generan atroces sufrimientos y heridas, mermando incluso el camino de la fe".
A su llegada a la basílica de la capital belga, el Papa es recibido por el Presidente de la Conferencia Episcopal belga, S.E. Mons. Luc Terlinden, Arzobispo de Malinas-Bruselas, y por el Rector de la Basílica que le entrega la cruz y el agua bendita para la aspersión. Dos niños le ofrecen flores. A continuación, el Papa Francisco atraviesa la nave y llega al altar mientras el coro interpreta un canto.
Tras el saludo de bienvenida del Presidente de la Conferencia Episcopal Belga, los testimonios de un sacerdote, un agente de pastoral, un teólogo, un representante de los centros de acogida para víctimas de abusos, una monja y un capellán de prisiones se intercalan con la interpretación de algunas canciones.
A continuación, el Santo Padre pronuncia su discurso y, al final del encuentro, tras la bendición y el canto final, saluda a algunas personas con discapacidad y se dirige a la entrada de la Basílica para saludar a las autoridades locales y a los sacerdotes. A continuación regresó en coche a la Nunciatura Apostólica.
Fuente: RD