JUDIOS

La gran humanidad de Francisco ante la Shoá

Por: Norma Kraselnik

El Papa tuvo varios gestos de solidaridad con el pueblo judío frente al genocidio cometido por los nazis.
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Es un honor celebrar una década del papado de Francisco y poder dar cuenta del aspecto de su trayectoria que más me ha conmovido desde que asumió su misión.

En julio de 2016, Francisco visitó el campo de concentración y exterminio de Auschwitz-Birkenau. Días antes, había declarado ante periodistas que quería entrar solo, rezar. Y añadió: “Y que el Señor me conceda la gracia de llorar”.

Así fue. Caminó en silencio durante su recorrida. Saludó a los sobrevivientes, uno por uno, sin emitir palabra. Lo mismo hizo con un grupo de personas declaradas “Justos de las Naciones”, aquellas que se arriesgaron y escondieron, ayudaron y salvaron judíos durante la Shoá. Y luego sentado en una silla, cabeza gacha, oró en la oscura y diminuta celda donde el sacerdote polaco Maximiliano Kolbe pasó sus últimos días de vida, torturado y asesinado. En el Libro de Visitas, el papa escribió: “Señor, ten piedad de tu pueblo. Señor, perdón por tanta crueldad”.

En enero de 2021, el papa Francisco, tras leer una entrevista publicada en L´Osservatore Romano, a Edith Bruck, poetisa judía de 88 años, sobreviviente del Holocausto, quiso conocerla. Decidió ir personalmente a su hogar en el centro de Roma: “He venido aquí, a su casa, para agradecerle su testimonio y rendir homenaje al pueblo martirizado por la locura del populismo nazi”. Ambos se abrazaron, lloraron y conversaron durante una hora. “Repito con sinceridad las palabras que pronuncié desde el fondo de mi corazón en Yad Vashem (Museo del Holocausto de Jerusalén) y que repito ante cada persona que, como ella, ha sufrido tan to por ello: ´Perdóname Señor, en nombre de la humanidad`”.

En mayo de ese mismo año, en una audiencia pública en el Vaticano, Lidia Maksymowicz de 81 años, mientras saludaba al pontífice, se subió la manga de su vestido y dejó ver el número de prisionera con el que los nazis la tatuaron: 70072. Francisco se inclinó y besó su brazo, sobre el tatuaje. “El beso del Santo Padre me fortaleció y me reconcilió con el mundo”, dijo la visitante.

Tres años atrás, Francisco ordenó la apertura de los archivos secretos del Papa Pío XII para que los historiadores pudieran investigar cartas, pedidos de ayuda y el rol que le cupo a la Iglesia durante la Guerra. En junio de 2022 esos archivos pasaron al dominio público.

Cada 27 de enero, Día Internacional de la memoria de las víctimas del Holocausto, el papa ilumina con sus reflexiones: “Hay que fomentar la conciencia de las nuevas generaciones sobre el horror de esta página negra de la historia”. “Esta indecible crueldad no debe repetirse jamás”. “Que no se olvide nunca para que podamos construir un futuro en el que la dignidad no vuelva a ser pisoteada”.

Gestos que ponen en evidencia el sentimiento más puro, la decisión más sublime, la palabra que conlleva su sello de humanidad, empatía, compromiso y generosidad.