Por: Dr. Héctor Masoero Miembro de la Academia Nacional de Educació
Los debates por la presencialidad en educación no sólo son argentinos. A nivel mundial, UNICEF emitió una fuerte declaración afirmando que “el 99% de los niños del mundo vive con algún tipo de restricción del movimiento relacionada con la pandemia”. Y convoca a que “los niños no sean las víctimas ocultas de la pandemia”. Sin embargo, en este debate muy poco se ha escuchado sobre la situación de las universidades y sus estudiantes. Se piensa que, por tratarse de un nivel que impacta mayormente sobre jóvenes adultos, la virtualidad alcanza. ¿Es la universidad el actor al que olvidamos invitar a debatir sobre la presencialidad en la educación?
Durante 2020 hubo clases y fueron virtuales. Todos –en especial en el segmento universitario- estuvimos de acuerdo. La mayoría de las universidades se adaptaron muy bien al
modelo de la virtualidad. Ese esquema nos permitió no detener las clases y cumplir con los calendarios académicos, en un momento en el que las dudas superaban en número y contundencia a las certezas. Pero no podemos quedarnos tranquilos postergando tanto tiempo el regreso vivencial a las aulas universitarias. En todos los niveles educativos, necesitamos la presencialidad. No solo en los niveles de formación básica.
En estos días en que la Corte Suprema de la Nación en materia de educación primaria le ha dado un respaldo a la presencialidad de las clases, todavía no se escuchan planteos que incluyan seriamente a las universidades.
Sin embargo, se hace evidente reconocer que también los estudiantes universitarios necesitan volver a las aulas. Las clases presenciales para materias con desarrollo práctico permiten realizar experiencias que no se pueden replicar de igual manera en los hogares de manera remota. Además, como la escuela, la universidad es un ámbito clave en el desarrollo de la integración y redes de los alumnos, sobre todo, en los primeros años de cursada. Finalmente, el modelo de clases presenciales establece dinámicas de interacción social entre el profesor y los alumnos que fomentan la participación de los estudiantes en debates que enriquecen su pensamiento crítico. Este relacionamiento difiere mucho del que se establece en los modelos virtuales o remotos.
El reclamo por la vuelta a la presencialidad en todos los niveles no supone una negación del impacto de la pandemia. Implica el pedido de garantizar que, mediante la implementación de protocolos de regreso seguro a las aulas, todos los alumnos, incluso en el nivel universitario, recuperen en la medida que sea posible la presencialidad en educación.