Por: P. Guillermo Marcó
Desde que el presidente de la Nación habilitó su tratamiento en el Congreso se ha venido debatiendo sobre el aborto. Hoy se sabrá si el Senado ratifica o rechaza el proyecto aprobado en la Cámara de Diputados. Según estadísticas que pude recabar de prestigiosos analistas, resulta interesante comprobar que a pesar de tener en contra casi todos los medios de comunicación, los artistas y los periodistas, la opinión pública mutó en estos meses: creció el apoyo a las dos vidas y el rechazo al aborto.
En mi caso participé del debate con intervenciones públicas, sin sufrir problemas. Pero Amalia Granata fue despedida de un programa de TV por su posición en favor de las dos vidas. Quisiera felicitar de corazón a ella y a todas las miles de personas anónimas que, aún sabiendo que eran contraculturales por su postura, quisieron defender un valor como es el de la vida porque entendieron que no era una discusión más en la que está en juego un dogma -como se nos endilga-, si- no una cuestión de derechos humanos básica. Porque está probado por la ciencia que hay vida desde la concepción, aunque lo ignoren médicos famosos y ministros de Salud. Y porque el derecho a la vida está por encima del derecho a decidir.
Toda vida debe ser cuidada y ayudada en su desarrollo desde la concepción hasta la muerte natural, en todas sus etapas y dimensiones. Y vamos a seguir diciendo hoy y siempre: “Cuidemos las dos vidas, el aborto no es una solución”.
Por otra parte, ayer se celebró la festividad de San Cayetano. Cada año nuestro pueblo acude al santuario de Liniers para agradecer, pero también para pedir pan y trabajo. Los medios suelen relacionar la cantidad de concurrentes con las necesidades de la gente, sobre todo ante crisis como la que estamos viviendo. Pero no es sobre este punto que quisiera reflexionar, sino acerca del mandato bíblico que dice: “Ganarás el pan con el sudor de tu frente” frente a los casos de corrupción que revelaron los famosos cuadernos con datos de empresarios y políticos que ganaron fortunas robándole al pueblo.
Releyendo un documento emitido por una asamblea de nuestros obispos de 2014 encontré un párrafo que quiero citar: “Frente al delito, deseamos ver jueces y fiscales que actúen con diligencia, que tengan los medios para cumplir su función y que gocen de la independencia, la estabilidad y la tranquilidad necesarias. La lentitud de la Justicia deteriora la confianza de los ciudadanos en su eficacia”. ¿Ante la catarata y lo irrefutable de las pruebas seguirán presos los culpables y se les dará una condena firme? ¿Después de la votación sobre el tema del aborto, tratarán los senadores la ley de extinción de dominio para que los bienes robados sean recuperados y destinados al bien común? En una sociedad con grandes carencias y el 30% de la población bajo la línea de la pobreza, resulta escandalo- so ver con qué impunidad se robaba el dinero de los impuestos.
Quiero felicitar a los periodistas que trabajaron en el caso y al medio en el que trabajan por su rigor y porque fueron capaces de demorar una primicia para permitirle actuar a la Justicia. Creo un deber moral apoyar a la prensa independiente y a la Justicia. Lograr que los corruptos vayan presos puede ser el principio de una sociedad más justa y equitativa. El pan no solo hay que pedirlo, sino también -bajo la mirada de Dios- ganárselo honradamente.