Por: Firas Elsayer (Centro Islamico de la Rep Arg)
El consumo de drogas y las adicciones, en general, se deben a muchos factores. Entre ellos, la debilidad del sentimiento de religiosidad o de fe, las compañías equivocadas, los malos tratos recibidos en la casa o en la escuela y los conflictos familiares. Además de otras razones de orden psicológico, como el deseo de evadirse del estado de angustia, ansiedad y depresión. Y la curiosidad y el espíritu de aventura.
Como señalamos, uno de los principales factores que conducen a las adicciones son los amigos. Es por eso que el Islam pone una especial atención en la elección de ellos, ya que son muy influyentes, especialmente en los jóvenes. Con relación a esto, el Profeta Muhammad dijo:
“Uno sigue la religión de su amigo, por lo que debe ser consciente respecto de a quién se toma como amigo”. Y agregó: “No seas amigo sino de los creyentes, y que no coma de tu comida sino el piadoso”.
La influencia que se recibe de un amigo puede potenciarse en ciertas situaciones, como cuando la persona pierde a la figura de modelo y ejemplo en el hogar, cuando vive la etapa de la adolescencia, o cuando hay carencias de un ambiente familiar agradable y es reemplazado por otro de conflictos, disputas y sediciones. En estas circunstancias concretas, la influencia del mal amigo es mayor, ya que lo hace caer en la adicción y en el consumo de estupefacientes. Hemos de saber que escoger bien a quienes serán nuestros amigos nos protege de caer en la aberración y en el abismo del mal y los actos abominables.
Hemos mencionado también como factor el maltrato en el hogar: el hijo que es sometido a un castigo físico severo por parte del padre autoritario, que no cree en el principio del diálogo, o por parte de una madre opresora. En ese caso, el niño o joven carece de todo tipo de protección, amparo y estabilidad, lo cual genera en él un sentimiento de rencor y odio hacia la casa y hacia los padres. En consecuencia, se lanza a la calle, donde están las malas compañías, y cae en sus manos como una presa fácil que es llevada a probar las drogas.
La descomposición familiar se presenta entonces como otro de los motivos que llevan a consumir, ya que es precisamente la casa el primer factor de defensa y protección en contra del peligro de las drogas.
También, aquella familia en la que cada uno se preocupa sólo por sí mismo y vive individualmente hace que resulte fácil que uno de los hijos sea atrapado por las adicciones. La familia en la que crecen los conflictos y las disputas entre los padres hace que los hijos vayan por el mal camino de las drogas. Es por eso que el Islam ha puesto toda su atención y preocupación en la elección de las partes que formarán una pareja matrimonial.
El vacío intelectual que padecen los jóvenes se suma al vacío emocional, que hace que no haya afecto hacia sus familias ni tenga valor la lealtad. Pero también hay vacíos - físicos de aquellos que sufren porque no encuentran trabajo con qué ocupar su tiempo y descargar sus energías, y por eso viven en una atmósfera de aburrimiento, desilusión y congoja. Se sienten desorientados y recurren a un método de distracción, por lo que fácilmente caen en las adicciones, creyendo que con eso olvidarán sus problemas. Pero lo que hacen, en realidad, es perder su tiempo en lugar de invertirlo en aprender cosas que beneficien a ellos y a su sociedad. Nuestro Pro- feta dijo cierta vez: “Hay dos bendiciones de Alá que muchas de las personas se pierden: la salud y el tiempo libre”.
Ahora bien, los medios de prevención, tratamiento y cura de las adicciones pueden ser también la crianza y educación familiar, siendo los padres los principales responsables de sus hijos. Muhammad dijo: “Vosotros sois pastores y todos vosotros sois responsables de vuestro rebaño”.
Pero todos los miembros de la sociedad involucrados –jóvenes, familias, comunicadores, instituciones, gobiernos– deben aunar esfuerzos y trabajar conjuntamente a fin de sensibilizar sobre esta plaga, informar sus daños y combatir a aquellos que hacen apología de ella, aplicando los castigos más severos como medidas contra quienes las produ- cen, trafican y comercializan.