Por: Firas Elsayer (Centro Islamico de la Rep Arg)
Días pasados recordamos la emigración del Mensajero de Alá de la ciudad sagrada de Meca hacia la de Medina. Este importante acontecimiento en la historia del Islam, conocido como la Hégira, nos obliga a detenernos y reflexionar sobre varios aspectos en este nuevo año –1438– que acaba de comenzar.
La Hégira no es un simple hecho histórico sino que está llena de lecciones y moralejas. Son fuente de fe y reverencia a Dios Todopoderoso y ejemplos a seguir para los creyentes. Hay enseñanzas de compañerismo sincero, de valentía, hermandad y muchos valores que continúan hasta nuestros días. Y es, además, un recordatorio para cada uno de los musulmanes de cómo revivió el Islam en la península arábiga, hace 14 siglos.
Ahora estamos gozando nuestra fe, estamos disfrutando de una religión completa y bella, universal y generosa, de igualdad y tolerancia gracias a ese momento crucial en la vida del Profeta.
Eran los tiempos en los que la tribu Quraish, gobernante de La Meca, se enfrentó al Mensajero con toda su fuerza política, económica y social para impedir su prédica. Habían confabulado contra él, como describe el Corán: [Y cuando los que se negaron a creer urdieron contra ti para capturarte, matarte o expulsarte. Ellos maquinaban, pero Alá también lo hizo, y El es el mejor de los que maquinan] 8:30. Habían ofrecido altas sumas de dinero a quien capturase a Muhammad, vivo o muerto. Fue entonces cuando decide emprender la emigración junto a su más cercano amigo, AbuBakr AlSiddíq.
Para entonces ya habían emigrado casi todos los musulmanes y a pesar de que salir con el Mensajero representaba un riesgo de ser asesinado, Abubakr lo acompaña sintiendo que ha sido el hombre más honrado de la historia. Pone a su disposición sus riquezas y pide a sus hijos que lo asistan, como si alcanzara a ver la trascendencia de ese emprendimiento y el impacto que tendría más adelante en la historia de la civilización islámica, para los musulmanes y el mundo entero. Aquellos días difíciles vieron al Mensajero pasar por muchas penurias y dificultades en su esfuerzo por llevar el mensaje cristalino y puro del Islam. Se vio forzado a dejar su querida ciudad a causa de la inevitable expulsión de su gente, de sus seguidores.
El Corán dice: [...y quien salga de su hogar, migrando hacia (la complacencia) de Allah y su Mensajero, y encuentre la muerte (en el camino), entonces la recompensa de Allah para él se ha hecho una realidad. Es cierto que Allah es Perdonador, Misericordioso.] 4:100.
Y dijo el Profeta Muhammad: “No cesará la emigración sino hasta que cese de (aceptarse) el arrepentimiento, y éste no dejará de ser aceptado sino hasta cuando el Sol salga por el poniente (señal del fin del mundo)”.
El segundo califa del Islam, Omar bin AlJattabya, lo había visto como el evento crucial en vida del Profeta, procurando la contabilización de nuestro calendario lunar islámico desde el año de esta emigración. Así es que se refugian en una cueva en las afueras de esa ciudad. Quraish les rastrea hasta que dan con la entrada del escondite y AbuBakr se preocupa y teme no por él sino por el Mensajero de Alá. El Profeta le dice a su amigo: “No temas, Alá está con nosotros. Y habla de esos momentos el Corán: [... y si vosotros no le ayudáis, es cierto que Allah ya lo había ayudado cuando le habían echado los incrédulos, y estaba otro con él. Estando ambos en la cueva le dijo a su compañero: no te entristezcas, porque en verdad que Allah está con nosotros. Entonces Allah hizo descender sobre él Su sosiego, le ayudó con ejércitos que no veías e hizo que la palabra de los que se negaban a creer fuera la más baja; y es cierto que la Palabra de Allah es la más alta ...] 9:40.
Y así son salvados por la gracia de Dios y para cumplir con el Decreto Divino para esta gran fe; y dirigiéndose el Mensajero de Dios a la sagrada Meca dijo: “Juro por Aquel en cuya Mano está mi alma que eres la ciudad más amada por Dios y por mi corazón; y de no ser porque tu gente me ha expulsado, no hubiese salido de ti”.