Con este espíritu de que la guerra entre Rusia y Ucrania termine, un grupo de 85 fieles rusos, acompañados por el arzobispo de la diócesis de la Madre de Dios en Moscú, monseñor Paolo Pezzi, y por el obispo auxiliar, monseñor Nikolaj Dubinin, han llegado a Roma para una peregrinación jubilar en la que participan representantes de varias parroquias de la arquidiócesis.
Lo han conseguido a pesar de “todas las dificultades que hay para poder venir a Europa en este momento”, explicaba monseñor Pezzi, mientras que la enfermedad del Papa Francisco lo llevó junto el grupo de peregrinos hacia el policlínico Gemelli para rezar un rosario ante la estatua de Juan Pablo II y llevar los saludos de la diócesis rusa al pontífice argentino.
“La esperanza sigue siendo, como antes, una sola, y nuestra única esperanza es Nuestro Señor Jesucristo y que nos convirtamos a él. Lo que veo hoy es que hay al menos un cierto deseo de poner fin al conflicto.”, dice respecto a la invasión rusa a Ucrania y una guerra que ya lleva más de tres años.
En ese sentido señala que no pude decir hasta qué punto este deseo está arraigado en una seria conversión a Cristo. Pero lo que sí puedo decir es que la Cuaresma que acaba de comenzar —que, por cierto, este año ha comenzado para toda la cristiandad, porque celebraremos la Pascua juntos— nos permite vivir también este momento de dificultad con esperanza.
En cuanto a la posición de Comunidad Europea admite que le ha dejado “un sabor muy amargado las palabras de rearme que he escuchado. Entiendo las preocupaciones que pueden tener algunos líderes europeos, pero me parece que no hemos aprendido nada de la historia”.
“Cuando comenzó el conflicto, hablé de una película que había visto sobre la Primera Guerra Mundial en la que me había llamado la atención cómo el director quería mostrar que los franceses obtuvieron de Alemania no solo la capitulación, sino también una humillación”, cuenta.
Afirma que “esto es profundamente erróneo y que debemos aprender de la historia. Y la historia nos indica que el respeto por la dignidad de las personas y los pueblos debe seguir siendo lo más importante”.
“Ahora bien, ir hacia una rearme, incluyendo todas las necesidades de defensa— no es el camino a seguir. La paz en Europa hoy en día no puede ir en esta dirección, por desgracia”, subraya.
Considera que “el odio de los pueblos solo se erradica si alguien tiene el valor de empezar a mirar al otro como una persona. Puedo decirles lo que me han contado: incluso ahora, incluso en ciertos lugares de conflicto, hay historias en las que soldados rusos y soldados ucranianos se han mirado a la cara”.
“Me han hablado -añade- de una población local dispuesta a no mirar al otro como un enemigo, como un adversario, sino como un hermano que pertenece a otro pueblo, a otra etnia”.
Destaca que “estas señales están ahí. En primer lugar, debemos verlas. En segundo lugar, acogerlas y, en tercer lugar, construir sobre ellas. Es importante que cada uno lo haga, empezando por lo pequeño y donde estamos. Y es importante que sigamos pidiendo, como hace el Papa, a los poderosos de este mundo que también hagan su parte”.
Con respecto a ver cruzado la Perla Santa, dice que “n primer lugar, llevé a toda nuestra Iglesia, a todas las personas que no pudieron y no podrán participar en una peregrinación a Roma para el Año Santo. Y hay muchos que muy probablemente ya no podrán hacerlo”.
“Luego, tenía en mente -agrega- a las personas que más sufren, que tienen dificultades, a los ancianos, a los presos. En tercer lugar, he ofrecido este paso mío por la paz. Paz en todas partes. A este respecto, quiero expresar también mi preocupación por lo que está sucediendo en Siria. Y con Siria he pensado en Tierra Santa, en Rusia y en Ucrania”.
En cuanto al Papa Francisco, señala que “es para nosotros un padre y, al mismo tiempo, creo que puedo decir con toda sinceridad que es un amigo. El afecto que él tiene por nosotros es recíproco”.
“He recibido muchos testimonios en este sentido, sobre todo cuando pedí que se empezara a rezar por la salud del Papa. Realmente, en todas nuestras parroquias ha habido una respuesta de afecto superior a todas mis expectativas”, cuenta.
Subraya, por otra parte, que “la Iglesia ortodoxa, sobre todo por parte de algunos obispos, he recibido muestras de afecto, asegurándome que están rezando por la salud del Papa y lo mismo ha sucedido con los responsables de las diferentes iglesias y comunidades cristianas en Moscú”.
“He sentido un afecto unánime por parte de todos. Esto me ha conmovido mucho. Debíamos reunirnos con el papa Francisco con motivo de esta peregrinación. Al no poder tener esta audiencia, pensamos en venir aquí, al Gemelli, para rezar el rosario por él y por su salud.
“Sé que el Papa está al tanto de esta iniciativa y sabemos que el Papa nos tiene mucho en el corazón”, concluyó.
Fuente: SIR