El padre Mario Pantaleo sigue vivo en el recuerdo, pero también como intercesor para obtener una sanación. Cada fin de semana miles de personas pasan delante del mausoleo que guarda sus restos, levantado en el jardín de lo que fue su casa -hoy convertida en museo- en la localidad de González Catán, en el populoso partido de La Matanza.
Cuando murió, el 19 de agosto de 1992, a los 77 años, más de 15 mil personas pasaron por la capilla ardiente. Y numerosas personalidades asistieron a su entierro en el cementerio de La Recoleta, en Buenos Aires. Al año siguiente, sus restos fueron trasladados a la ubicación actual, lo que volvió a congregar a figuras de los más diversos ámbitos.
Con el paso de los años sus allegados consiguieron el acompañamiento espiritual para su obra del movimiento Comunión y Liberación. Y, convencidos de la santidad del padre Mario, decidieron impulsar la apertura de un proceso de canonización, que actualmente se encuentra en su primera etapa, en la arquidiócesis de Buenos Aires, ya que estos procesos deben iniciarse ante la autoridad eclesiástica de la jurisdicción donde el candidato murió.
Los allegados aseguran que ya cuentan como más de un milagro atribuido a la intercesión del padre Mario para cuando llegue el momento de presentar uno, ya que es un requisito para la beatificación. Al igual que se requiere otro para la canonización.