Por: Consejo de Pastoral Educativa
Los Evangelios refieren una predilección especial de Jesús por los niños y adolescentes, sus “pequeños”. Podemos decir que es Él quien, en aquellos tiempos, ya les da su “carta de ciudadanía”. Jesús nos sigue diciendo hoy: “Dejen a los niños, y no les impidan que vengan a mí, porque el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos” (Mt 19,14).
Por ello, como Iglesia, siguiendo los pasos de Jesús, los cuidamos con especial predilección. Sumado a ello, el ordenamiento legal los reconoce como sujetos de derechos, y las escuelas tienen un especial llamamiento a velar por el cumplimiento de los derechos que las leyes les reconocen.
Así es que decimos que en nuestras instituciones, nos sentimos fuertemente llamados a velar por la promoción y protección integral de los derechos de nuestros alumnos, por el mandato legal y la enseñanza del evangelio.
Esto nos llama a mirar con atención si el: “derecho a la vida, a la identidad, a la salud, a la libertad, a la educación, a la alimentación, a la recreación… el derecho a su integridad física, sexual, psíquica y moral”, tienen o no un eficaz cumplimiento. Lo hacemos con una doble mirada, la preventiva, poniendo todos los medios que tengamos al alcance para evitar la vulneración de derechos, y la de actuación, ante la detección o sospecha de que alguno de esos derechos pudiera ser vulnerado.
Desde la Vicaría Pastoral de Educación del Arzobispado de Buenos Aires, hemos puesto al servicio de las escuelas un Equipo de Apoyo Institucional ante situaciones de vulneración de derechos de niños, niñas y adolescentes que intenta acompañarlas ante el arduo desafío que se les presentan en estos tiempos.
Hemos elaborado un Reglamento marco y un Procedimiento institucional. “Junto a las familias –que nos confían el precioso don de sus hijos nos disponemos una vez más a extremar los esfuerzos por salvaguardar la integridad física, psicológica, moral y espiritual de las personas más vulnerables que están bajo nuestra responsabilidad”, nos decía nuestro Arzobispo al momento de presentar estos documentos.
Es momento de ampliar nuestra fidelidad creativa, en esta misión tan sensible que la Iglesia nos encomienda. El Papa Francisco nos dice “la educación es un acto de amor, es dar vida y el amor es exigente, pide encontrar los mejores recursos”.