Por: María Montero
En un encuentro considerado histórico, el Papa Benedicto XVI se reunió recientemente con la cúpula del Congreso Judío Latinoamericano (CJL), lo que constituye un hito en las relaciones interreligiosas por ser la primera vez que un pontífice recibe en el Vaticano a una delegación de dirigentes de comunidades judías de la región.
Participaron de la visita –promovida por el CJL, que encabeza Jack Terpins- representantes de la Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Panamá, Paraguay, Uruuay y Venezuela. Por nuestro país, estuvieron Claudio Epelman, director del CJL de Buenos Aires; al rabino Marcelo Polakoff, presidente de la Asamblea Rabínica Latinoamericana; Aldo Donzis, presidente de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), y al diputado porteño Claudio Presman.
En su discurso de bienvenida, Benedicto XVI se refirió a la Declaración Nostra Aetate, del Concilio Vaticano II, que hace casi 50 años brindó las bases de nuevas relaciones entre católicos y judíos. Recordó que la declaración no sólo asumió una neta posición contra toda forma de antisemitismo, sino que también sentó las bases para una nueva valoración teológica de la relación de la Iglesia con el judaísmo”. Señaló que “con el paso de los años, estas relaciones se transformaron en las de socios de confianza, y de buenos amigos inclusive, capaces de hacer frente a las crisis y superar los conf lictos”. Y expresó su confianza enque “el aprecio de la herencia espiritual compartida por judíos y
cristianos llevaría a una comprensión y estima mutua cada vez mayor”. Sentimientos compartidos por la cúpula judía, como destacaron tras la audiencia.
Epelman reconoció que en la Argentina, como en toda la región latinoamericana, hay una clara preeminencia demográfica de católicos, donde la Iglesia tiene un importante papel en la construcción religiosa y social. Pero señaló que “las comunidades judías llevan adelante una vibrante vida religiosa, donde la relación entre judíos y católicos es un ejemplo no sólo de buena convivencia, sino de amistad y cooperación”. Coincidió con él el padre Pedro Torres, secretario de la comisión de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso del Episcopado, quien evaluó el encuentro como “una experiencia de profunda alegría”, y consideró que fue “un signo de esperanza para el futuro, que nos compromete a seguir ahondando en los caminos de diálogo, colaboración y amistad entre judíos y cristianos, sabiendo que es mucho todavía lo que podemos y debemos crecer”.
El presidente de la DAIA describió la reunión como “conmovedora” y afirmó que “estar en ese lugar, estrechar su mano y hablar con la máxima autoridad de la Iglesia Católica fue muy emotivo, en especial la consideración que tuvo al despedirnos, en utilizar la palabra “shalom”, que en hebreo significa paz, un término muy especial para nosotros”.
A su vez, Polakoff señaló que “era el único rabino de la delegación y, tal vez desde ese rol, donde se mezclan las enseñanzas ancestrales de nuestros sabios y rabinos, entre los que indudablemente se hallaba Jesús, estar ante el Papa no fue, por cierto, una experiencia pequeña”. A la vez que valoró el gesto fraterno que había tenido años atrás Juan Pablo II al referirse a los judíos como “nuestros hermanos mayores”en la fe.