Ruanda es un país del tamaño de nuestra provincia de Tucumán, en Argentina. Limita al norte con Uganda, al sur con Burundi, al este con Tanzania y al oeste con la República Democrática del Congo. Su lengua vernácula, el kinyarwanda, une a las tres etnias que lo habitan: hutu, tutsi y twa. El genocidio de 1994, que se cargó a un millón de personas en tres meses, fue producto de la violencia étnica interna azuzada por la avaricia económica y geopolítica de grandes potencias mundiales que posaron sus ambiciones en las riquezas de este país: bellos cerros, parques nacionales que protegen especies autóctonas que despiertan el interés turístico y un modo de vida sencillo basado en la agricultura, la ganadería y algunos minerales muy valiosos para el mundo tecnoindustrial que focaliza en la producción de teléfonos celulares y hard ware para computación, el coltán, mezcla natural de COLumbita y TANtalita.