La educación siempre ha sido un concepto destacado en la tradición hebrea. Ello tiene su fuente en la oración central del devocionario judío que destaca las palabras del Deuteronomio como acción fundamental de un padre, cuando resalta “y enseñarás a tus hijos”, lo que significa considerar progenitor a aquel que se preocupe por el saber y la transmisión de un legado a las futuras generaciones. Esto implica no sólo el recorrido de un pasado, sino esencialmente la apuesta con esperanza a un futuro superador.
El aprendizaje es considerado como un ingrediente esencial para alcanzar una vida santificada. El Talmud llegó a destacar que “Nadie es pobre excepto aquél que carece de conocimientos. Una persona que tiene conocimientos, tiene todo. Una persona que no lo tiene, ¿qué es? Una vez que una persona posee conocimientos, ¿de qué carece? Y si una persona no adquiere conocimientos, ¿qué posee?”. La cita indica que desde los más antiguos tiempos, la educación ha sido considerada como un valor central y como una de las principales in- quietudes del colectivo judío.
En nuestro país, la conformación de las escuelas judías nos pueden dar elementos para comprender los procesos que conformaron las políticas públicas a lo largo de más de ciento veinte años del sistema educativo nacional. La llegada de los inmigrantes judíos y la construcción de establecimientos de enseñanza en lugares despoblados de la Argentina se transformaron en hitos de la historia de la comunidad, conformando con el correr de los tiempos en la mayor red educativa del mundo. Retomando ese espíritu, y tal como lo vienen haciendo en las diversas instituciones, los titulares de las escuelas hebreas, se reunieron en la Comunidad Bet El para renovar ese mandato ancestral, manifestando la decisión y el compromiso tendiente a la constitución de la Federación de Escuelas Judías Argentinas
-Foro de Presidentes.
