“La educación es un gran desafío en el mundo actual, pues debe brindar oportunidades a los alumnos para que definan su rumbo e integración social y económica. Sin embargo, en Argentina, el debate educativo queda relegado por otras urgencias como la inflación, la inseguridad y la corrupción”. Lo dijo el vicepresidente primero de la Academia Nacional de Educación, Héctor Masoero, tras un reciente encuentro en el Vaticano que cerró el Papa.
“Los alumnos de hoy -dice- son diferentes a los de ayer. Los nuevos perfiles de los alumnos ´Alfas’, que nacieron y viven en lo digital, demandan modelos educativos distintos a los tradicionales; pues deben ser más adaptativos y sensibles a los cambios del mercado laboral, así como vincular el mundo de la educación con el real. Además, usan las tecnologías en todos los aspectos de su vida, se expresan con libertad en mundos virtuales, buscan respuestas rápidas y se aburren con contenidos que no son relevantes para su experiencia de vida”.
“Las carreras tradicionales -afirma- no responden a estas demandas. Son rígidas y reguladas por las corporaciones profesionales y el Estado, lo que dificulta la actualización y la flexibilidad de los programas. Las carreras menos reguladas permiten a las universidades una mayor libertad de adaptación y actualización, que son las de mayor crecimiento. La excelencia académica sigue siendo un tema pendiente”.
“La educación -señala- necesita cambios estructurales y humanos. Emma Palmer, experta en innovación educativa de la Universidad de Monterrey, advierte que el alumno es el centro del proceso, no el docente. Los jóvenes quieren profesores apasionados y sensibles al cuidado de la Casa Común, como pide el Santo Padre en ‘Laudato Si’”.
“También-agrega- hay que fomentar la cultura del trabajo, la disciplina y el mérito: valores ausentes en muchos países. Francisco nos dice: ‘Se deben realizar esfuerzos tendientes a revalorizar la cultura del trabajo que conlleva las notas típicas de esfuerzo, sacrificio, conducta y disciplina’. Hay que evitar el adoctrinamiento político que impide el pensamiento crítico, como afirma Paola Delbosco, presidenta de la Academia Nacional de Educación”
“La calidad educativa no depende de los fondos, sino de cómo se usan. Hay que darles esperanza y oportunidades a los jóvenes más pobres. Para ello, necesitan el apoyo de instituciones como la Fundación Pastoral Universitaria San Lucas y Scholas Occurrentes, que los contengan y guíen hasta su graduación. La familia ya no basta. Hay que evitar que los jóvenes caigan en la droga y la delincuencia”.
“Tuve la oportunidad de compartir estos conceptos frente a prestigiosos referentes en el congreso “De Jorge a Francisco, de Argentina al Mundo”, recientemente organizado en el Vaticano por el Instituto de Diálogo Interreligioso. En el panel referido a la educación, debatimos sobre estos temas y una de las conclusiones que comentamos fue que la crisis en Argentina no es económica, sino moral. Como proclamó Domingo Faustino Sarmiento: “Todos los problemas son problemas de educación”. Es indispensable - concluyó- no postergar los cambios urgentes para enfrentar los verdaderos desafíos que la humanidad, y en particular la Argentina, tiene por delante”.