Por: Ricardo Elía
Éfeso fue una ciudad griega del Asia Menor. Sus ruinas están a unos 50km. al sur de la moderna ciudad de Esmirna, en Turquía. Se hizo famosa por su templo dedicado a Artemisa, una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo. Entre los efesios ilustres está el filósofo Heráclito (535-484 a.C.), el inventor de la teoría de los opuestos.
La Éfeso romana cobró notoriedad por la Biblioteca de Celso que fue la tercera de importancia después de la de Alejandría y la de Pérgamo, con 12 mil rollos. Fue erigida por Tiberio Julio Áquila como donación a su ciudad y un monumento a su padre, el cónsul Tiberio Julio Celso (45-117), un erudito amante de los libros. Áquila murió antes de completar la estructura, que fue terminada alrededor del año 135.
La característica más notable de la arquitectura de la biblioteca es la fachada, toda de mármol y en dos niveles adornada con columnas, edículos prominentes y varias estatuas. El nivel inferior tiene tres hermosas puertas flanqueadas por templetes que albergan cuatro estatuas femeninas. Como dicen las inscripciones en griego en las bases, éstas representan a la Sabiduría (Sofía), la Virtud (Areté), la Inteligencia (Ennoia) y el Conocimiento (Episteme), cualidades ejemplificadas por Celso y, al mismo tiempo, objetivos que uno puede buscar a través de los recursos de una biblioteca.
Para los antiguos griegos, Areté simbolizaba la excelencia política. Consistía en el ejercicio de tres virtudes específicas: valentía, moderación o equilibrio y justicia, Estas virtudes formaban un ciudadano ideal, útil y perfecto. A estas virtudes añadió luego Platón una cuarta, la Prudencia, con lo que dio lugar a las llamadas Virtudes Cardinales. Para el discípulo de Sócrates y fundador de la Academia, la prudencia, la fortaleza y la templanza se corresponderían con las tres partes del alma, y la armonía entre ellas daría lugar a la cuarta, la justicia. La areté griega es equivalente a la virtud, dignidad, honor u hombría de bien de los latinos.
La otra gran virtud venerada por griegos y romanos era la Concordia, la que propiciaba el acuerdo y el entendimiento. Su versión griega era Harmonía. Su opuesta era Eris, la Discordia, generadora de guerras y conflictos. A Concordia se la representaba justamente con un caduceo (símbolo de paz) o una cornucopia (símbolo de prosperidad). El historiador Salustio (86-34 a. C.) aseguraba que: “En concordia, las cosas pequeñas crecen; en discordia, las cosas más grandes se derrumban”. La concordia es aunar corazones y unir voluntades. La discordia produce exactamente lo contrario. En Gálatas 5:20 se advierte que aquellos que provocan discordias, disensiones y divisiones, no heredarán el reino de Dios.
Una de las máximas del filósofo francés François de la Rochefoucauld (1613-1680), señala que “la hipocresía es un homenaje que el vicio rinde a la virtud”, queriendo decir con ello que los hipócritas, demagogos y mentirosos saben el valor del bien y lo que es digno, y por esa razón se disfrazan de honestos y veraces para llevar a cabo sus engaños y falsificaciones. Nunca oiremos a un político decir que está en contra de la libertad, de la verdad o de la justicia.
La palabra árabe “Adab”, en su definición inicial y más amplia, designaba la educación humanística islámica, concebida de manera muy similar a la “paideia” griega y a la “humanitas” latina, es decir, la cualidad que distingue al hombre civilizado de los salvajes o los animales: pensamiento, civilización. Y en consecuencia, exaltación de la humanidad, la empatía, la bondad y la amabilidad. “Adab” es sinónimo de ética.
El matemático musulmán al-Juarismi (780-850) afirmaba que en una sociedad donde no existen la ética y las virtudes los que prevalecen son los ceros. En su libro sobre el álgebra, el científico que revolucionó la aritmética con el cero y los números arábigos, hablando del valor del ser humano, dice: “Si tiene ética, entonces su valor es = 1. Si además es inteligente, agréguele un cero y su valor será = 10. Si también es rico, súmele otro 0 y será = 100. Si por sobre todo eso es además, una bella persona, agréguele otro 0 y su valor será = 1000. Pero, si pierde el 1, que corresponde a la ética, perderá todo su valor pues, solamente le quedarán los ceros”