Por: Daniel Goldman
Con la llegada de las primeras estrellas de hoy miércoles, y durante todo el día de mañana, el pueblo judío conmemora el Iom Kipur o Día del Perdón.
El Iom Kipur es la jornada más sagrada del año, ya que en ella reconocemos ante el Todopoderoso los errores y transgresiones que cometimos
durante el año que transcurrió, o que nuestro arrepentimiento no es de labios para afuera, sino llano y sincero.
Siguiendo esta línea, las fuentes judías n que los errores cometidos ante Dios, o sea los errores rituales, se absuelven de modo espontáneo a través del pasaje del día mismo, pero aquellos que se cometen con el prójimo son perdonados únicamente por él.
Ahora, ¿qué hacer si el ofendido no está dispuesto a aceptar ningún t ipo de di sculpa?
Según el sabio Shmuel bar Najman debemos reunir a 10 personas honradas y virtuosas, y expresar frente a ellas que existió un o con nuestro semejante, que intentamos brindar las explicaciones del caso para tranquilizarlo, pero el ofendido, de manera obstinada se niega a perdonarnos.
Entonces Dios, percibiendo la humillación, absuelve de los errores cometidos, p o r q u e e n a e l propósito del Creador es diluir nuestra arrogancia transformándola en humildad. Si nuestra petulancia y pedantería sigue manteniéndose, no hay forma de albergar ni perdonar los errores. Acorde con
el pensamiento de Joseph Yuspa Hahn de Frankfurt, es una costumbre visitar a los amigos en cada víspera de este día sagrado para obtener el perdón por eventuales equivocaciones y malentendidos, de modo tal que podamos subsanar cualquier rispidez y evitar el rencor. Siguiendo esta línea de , agrega el sabio que, si de este modo procedemos con nuestros amigos, mucho más estricto y benevolente debe ser el comportamiento con aquellos
que sabemos que sin duda hemos cometido una negligencia. Y si a pesar de nuestra intención de esclarecer, el agraviado no está dispuesto a perdonarnos, es nuestra obligación solicitarle a otro individuo de a que le brinde las explicaciones y lo ayude a no albergar en su alma la imposibilidad de perdonar. Porque en nitiva es tan doliente la incapacidad de reconocer los errores y solicitar perdón, como la d de otorgarlo. Redoblando el desafío, agrega el texto de Hahn, que si es nuestro prójimo el culpable, un gesto de grandeza es visitarlo para persuadirlo de su error. En este sentido, la característica de la vida religiosa como método, es ayudarnos a comprender que la soberbia y la terquedad son enemigas de la esencia divina que existe en el corazón
humano, ya que el hombre altanero es en última instancia débil de propósitos y frágil emocionalmente.
Por último, esta jornada de ayuno nos permite comprender que los más nobles propósitos del ser humano son aquellos en los que la sabiduría de espíritu nos consiente reencontrarnos con la esencia del otro, sin ahogarnos en trivialidades, añorando luz e inspiración para reconocer nuestras propias limitaciones en medio de tantas incertidumbres de la vida cotidiana. Por eso rogamos a Dios a que escuche nuestras plegarias, para que podamos
perfeccionar nuestra existencia en d con Su naturaleza.