Por: P. Guillermo Marcó
En su reciente visita a Emiratos Árabes Unidos el Papa Francisco firmó con el Gran Imán de la mezquita de Al Azhar, Ahmed al Tayyeb (el líder mundial de los sunitas, la corriente islámica mayoritaria) un documento “por la paz mundial y la convivencia” que constituye un hito en las relaciones entre el cristianismo y el islam, cuyos conceptos principales quiero compartirles. En el prefacio afirman que “la fe lleva al creyente a ver en el otro a un hermano al que apoyar y amar” e invita a “todas las personas que llevan en el corazón la fe en Dios y fe en la fraternidad humana a unirse y a trabajar juntos”.
Tras declarar “adoptar la cultura del diálogo como camino; colaboración común como conducta; conocimiento mutuo como método y criterio” piden “a nosotros mismos y a los líderes mundiales, a los autores de la política internacional y de la economía mundial, comprometerse seriamente a difundir la cultura de la tolerancia, la convivencia y la paz; intervenir lo antes posible para detener el derramamiento de sangre inocente y poner fin a las guerras, los conflictos, la degradación ambiental y el deterioro cultural y moral que vive el mundo actualmente”.
Los dos líderes religiosos piden a los hombres de religión y cultura, así como a los medios de comunicación, redescubrir y difundir “los valores de la paz, la justicia, la bondad, la belleza, la hermandad humana y la convivencia común”. Y afirman creer “firmemente que entre las causas más importantes de la crisis en el mundo moderno hay una conciencia humana anestesiada y el alejamiento de los valores religiosos, así como el predominio del individualismo y de las filosofías materialistas” que lleva a muchos a “caer en el vértice del extremismo ateo y agnóstico o en el integrismo religioso, en el extremismo y en el fundamentalismo ciego.”.
Destacan que el Creador “nos concedió el don de la vida para cuidarlo. Un don que nadie tiene derecho de eliminar, amenazar o manipular a su gusto... Por eso, condenamos todas las prácticas que amenazan la vida como el genocidio, los actos terroristas, el desplazamiento forzado, el tráfico de órganos humanos, el aborto y la eutanasia y las políticas que apoyan todo esto”. También abogan “firmemente para que las religiones nunca inciten a la guerra y no soliciten sentimientos de odio, hostilidad, extremismo o llamamiento a la violencia o al derramamiento de sangre. Estas desventuras son fruto de la desviación de las enseñanzas religiosas, el uso político de las religiones e incluso de las interpretaciones de grupos de hombres de religión”. Por lo tanto, afirman, “pedimos a todos que dejen de instrumentalizar las religiones para incitar al odio, la violencia, el extremismo y el fanatismo ciego y de usar el nombre de Dios para justificar actos de asesinato, exilio, terrorismo y opresión”.
Luego aboga por “la protección de los lugares de culto - templos, iglesias y mezquitas -, que es un deber garantizado por las religiones, los valores humanos, las leyes y las convenciones internacionales. Cualquier intento de atacar los lugares de culto o amenazarlos con atentados, explosiones o demoliciones es una desviación de las enseñanzas de las religiones, así como una clara violación del derecho internacional”. Sería interesante que leyeran el documento completo que aborda otras cuestiones también de suma importancia. El Papa argentino llevó desde su patria estas ideas de diálogo, que ahora promueve en el corazón del islam.