Una multitud colmó el sábado la basílica de Nuestra Señora de Luján para darle la bienvenida al nuevo obispo auxiliar de Mercedes-Luján, monseñor Jorge Eduardo Scheinig, quien recibió el orden episcopal de manos del arzobispo Agustín Radrizzani.
Entre los co-consagrantes estuvieron el nuncio apostólico, monseñor Emil Paul Scherrig; el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe monseñor Luis Francisco Ladaria SJ; el arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, cardenal Mario Aurelio Poli, y otros tantos prelados.
En su homilía, monseñor Radrizzani recordó el misterio de toda vocación: ser “pobre de sí y rico de Dios”, y expresó que Cristo, “entregando su vida, nos ha dado ejemplo para que también nosotros entreguemos la vida por los hermanos. Jesús nos invita a tener relaciones entre nosotros similares a las trinitarias". También expresó: "Deberíamos ser siervos o a lo más discípulos pero Él nos quiere amigos porque lo desea y nos ha amado hasta el fin”.
El prelado destacó tres ideas motivadoras: la misericordia, la sinodalidad y la Iglesia misionera, y mencionó también la preocupación constante del papa Francisco por los pobres.
En tanto, el nuevo obispo, originario de la diócesis de San Isidro, dirigió un mensaje a los fieles en el que recordó al Negrito Manuel, “primer testigo” de los diálogos silenciosos y fundantes entre la Madre de Luján y sus primeros devotos, y le pidió tener un corazón semejante al suyo para "confesar que en la Virgencita de Luján, en la Madre de Dios, hija del Padre, mi Ama, mi Patrona, soy libre, soy digno, soy pleno, porque soy hijo”.
“Estoy seguro que aquí también se construye la Patria, aquí, en este lugar sagrado, hay una fuente genuina de argentinidad. La Virgen viste los colores de la Patria, su poncho es nuestra bandera. Ahí estamos todos nosotros y la Patria necesita algo inédito, y tal vez, hoy lo inédito es construir una Nueva Fraternidad, más realista pero también más generosa”, aseguró el prelado.
Monseñor Scheinig afirmó que nadie, “y mucho menos nosotros, la Iglesia, debería darle la espalda a este pueblo peregrino, que tiene tanta capacidad de aguante, tanta resistencia, tanta entrega y tanta generosidad de vida”.
Fuente: AICA